viernes, 19 de agosto de 2011

Transformers 3: El lado oscuro del cerebro


Lo primero que debe destacarse de Transformers III, es que nos hallamos ante un film clásico, tanto en su estilo narrativo -plano y lineal- que no cae en baratos y efectistas recursos televisivos como son la profundidad de caracteres o las tramas complejas. En Transformers, como en Rocky III, los buenos son buenos y los malos, muy malos y el guión va de: "El bueno bueno pasa conflictos existenciales porque está de perdedor por un mundo mezquino que no le reconoce la superioridad moral y humana que le corresponde, hasta que los problemas que amenazan a la humanidad (no, no son las burbujas financieras, ni la recesión ni la crisis de la balanza de pagos estadounidense, ni la hambruna y sequía en Somalia, ni el calientamiento global. Son los Decepticons, por supuesto) hacen que los demás se orinen en los pantalones mientras él  se encumbra como "el héroe next door" que siempre fue y, ciegos nosotros, nos negábamos a reconocer. Es así que, junto a su grupo de amigos espaciales y estadounidenses, también buenos buenos, enfrentarán mil y un penurias para combatir a los malos malos, quienes -como siempre- tendrán todo a su favor y no lo sabrán aprovechar (Como los latinoamericanos con los consejos económicos del FMI en los ochentas). Finalmente, se quedará con el triunfo y con la damisela", pues en la vida real, los buenos buenos siempre ganan y este filme, como tantos otros, no hace sino confirmar una realidad ineludible y que me permite ir todas las noches a la cama con la tranquilidad de que los sufrimientos de los pobres de espíritu (y me imagino que de dinero también) son en realidad crisis temporales para fortalecer su carácter y reafirmar sus virtudes.

domingo, 14 de agosto de 2011

Los Pitufos: Tan sorpresivos como Ávatar

Para ti, buen lector, que has sumado un buen puñado de años en tu último aniversario, seguramente Azrael es sólo el nombre del gato de Gargamel y supondrás que su única relación con la muerte, es la obsesión que comparte con su dueño por cazar pitufos. 

Si de niño tuviste que sufrir con la inexistencia de la televisión de pago y con la homogeneidad de preferencias culturales a la que nos obligaba una señal pública de, apenas,  dos o tres canales; recordarás con nostalgia a los Thundercats, a Mazinger Z, He Man, Robotech y tantos otros, entre los que no podrían faltar los "suspiritos azules", a quienes mencionamos hoy.

Si aún disfrutas como porcino en barro de la sosería guionística de aquellos "cartoons para dummies", habrás llegado al cine cargado de melancolía, pop corn y la estúpida certeza de que saldrías del cine incorporando la preposición "pitufi" a las ya pocas palabras de tu vocabulario.

En cambio, si has cometido la imprudencia de revisionar aquellos bodrios en el Youtube; sabrás que probablemente tengan mucho de culpa en tu irremediable conversión en oligofrénico; y si, aún, tienes algo de sangre limpia circulando alrededor de tus meninges, es probable que jamás hubieras considerado la posibilidad de ir al cine a ver Los Pitufos, sabiendo lo infinitamente más edificante que es el ponerte a contar los dedos de tu mano izquierda mientras esperas a que el pañal contra la incontinencia empiece a gotear.