viernes, 30 de mayo de 2014

Real Campeón: Crónica de un Merengue Avinagrado

A pesar de la insistencia de los medios informativos por convertir a cada equipo de Guardiola en el mejor del mundo, como ha pasado esta temporada con el Bayern; es innegable que, puesto por puesto y salvo contadas excepciones, el Madrid le lleva ventaja a todas las escuadras posibles. Claro, no podía esperarse menos de una plantilla cuyo valor de mercado podría servir para soliviantar un buen puñado de necesidades básicas tercermundistas. Sin embargo,  a pesar del maquillaje de sábado por la noche que le ha puesto a su campaña el 4-1 sobre el Atlético, no hay que olvidar que la décima es, en buena parte, un regalo de la generosidad temporal del árbitro, quien, siguiendo la lógica del mercado, le entregó cinco minutos extras a los merengues para que pudieran remontar un partido ya perdido, contra un equipo que ya no podía más, ni mental ni físicamente. 

Pueden parecer triviales, u otras rarezas que pasan, esos cinco minutos. Igual demostró el Real que era el mejor y si el Atlético no pudo aguantar es justamente por eso. ¡Pues claro que el Real es mejor! Nadie puede negarlo. P ero algo que hace que el fútbol sea diferente a cualquier otro deporte, es que no siempre gana el mejor, como podría atestiguarlo el mítico Cienciano del Cusco, ganador de la Copa Sudamericana del 2003, siempre y cuando dejen la vida en la cancha. Y eso es lo que hizo el Atlético, por eso lo que debieron ser dos minutos colgados en su arco porque ya ni arrastrarse por el campo podían, terminó convertido en una eternidad de 35 minutos, en la que un equipo paraolímpico hubiera tenido mayor capacidad de reacción que el Atleti. Y es entendible: A partir del minuto 93, ya no hubo jugadores, sino zombies y es a ellos, y no al mejor conjunto de la temporada al que le ganó el Real

Cabe recordad que el Atlético jugaba disminuido: Sin Urdan, que es lo más cercano que tiene el equipo equipo a una estrella; y con Diego Costa en algodones y quebrado a los 10 minutos. Solamente los dos mejores jugadores del equipo, ¡Casi nada! y a pesar de eso el Real jamás brilló, jamás demostró su inmensa superioridad teórica y hasta el último minuto del partido (antes del regalo) el Atlético era un digno campeón. 

Pero, claro, la historia del Cienciano no se repetirá, porque el fútbol no trata de pundonor, de esfuerzo, de juego en conjunto, de valores deportivos. Trata de vender camisetas, contratos televisivos y el FIFA 2015 y, por eso, si el Real no metía un gol en los cinco minutos del descuento, el árbitro se hubiera olvidado del reloj hasta 45 minutos extras, que para eso se para en el campo.

Finalizamos con un homenaje a los más destacados del Atlético:

- Arda Turan: A pesar de su aspecto de vendedor de kebabs de día y macarra de discoteca de noche, se desempeña en el medio campo con la sutileza y elegancia del mejor Pirlo y los 17 pulmones de un Genaro Gattuso. La mayor pérdida del Mundial, mucho más que Ibrahimovic, que ya está de capa caída.

- Thibaut Courtois: El casi adolescente belga sufre la misma condición que las sociedades civilizadas: Un exceso de madurez. Claro que lo que para tales sociedades es decadencia pura, en un arquero como "El Tibo" se convierte en la posibilidad de no amilanarse ante ningún rival y jugar con el desparpajo de todo un Benji Price bajo los tres palos. Ante la ausencia de Raúl "Supermán" Fernández, se convierte en el probable mejor arquero del Mundial. 

- Diego Godín: Quien se fija en la escasa cabellera de Godín, dificilmente podría creer que aún está a un par de años de los treinta. Supongo que es es producto de tantos rechazos con la cabeza, sin importarle su integridad, unido a su afán por unirse al ataque de su equipo en cada pelota parada y convertirse en tres jugadores en uno cuando se te viene encima un equipo que vale 18 veces el tuyo. Vamos, que todo el equipo uruguayo debería ser calvo por el esfuerzo sobrehumano que ponen en cada partido, lo que hace más meritorio que Diego destaque sobre el resto. Definitivamente unas extensiones de cabello aumentarían su cotización de mercado hasta su justo valor.  ¡Defiende tan bien que casi parece brasileño! 

  

miércoles, 14 de mayo de 2014

Juego de Tronos (1ra Parte): Los chismes de Florcita, pero con sangre

Cuando un libro ha sido un éxito comercial de proporciones descomunales, creando enjambres de frikifans que desmenuzan frenopáticamente cada párrafo para descubrir la verdad definitiva del universo y basan su vida y la vida de sus hijos en cuatro estupideces pretendidamente trascendentes que creen que una divinidad les ha mostrado en prueba de su inmenso amor a la humanidad (Tranquilos mis buenos inquisidores, no prendan la pira aún, que no hablo de la Biblia) y del cual, para aprovechar el tirón se hace una película con actor famoso incluido, que termina causando terribles contracciones estomacales por la vergüenza ajena que origina ese despropósito (Léase: El Código Da Vinci); nos vemos tentados a usar el ejemplar que caiga, descuidadamente, en nuestras manos, con propósitos innobles pero muy funcionales en el cuarto de baño; sin molestarnos en hojear, siquiera, su contenido.

Sin embargo, si el libro en cuestión es uno de fantasía, que tuvo un éxito modesto en sus orígenes, lo que llevo a que se creara una serie que, a su vez, se convierte en un producto de culto, y hace que el libro se vuelva un superventas, nos hace pensar que algo de bueno puede tener para que HBO se haya fijado en esa historia. Si, además, los libros no los puedes usar de la manera mencionada previamente porque los tienes en formato digital, hasta te planteas darles una oportunidad.

Es así que inicié la lectura desganada del primer volumen de Canción de Hielo y Fuego: La verdadera Juego de Tronos, mientras esperaba las últimas novedades infidelo-amorosas de la hija de Susy Diaz; cuando de pronto la metanfetamina azul escondida esta historia paramedieval, aparentemente al uso, se metió a mi cerebro al punto de olvidarme de actividades elementales como mirar el partido de vuelta de las semifinales de la Champions y de otras menos importantes como comer, trabajar o cambiar los pañales de ese bebé que llora y llora sin dejarme concentrar en la nueva conjura de los taimados Lannister.

El marco de la historia no es precisamente original. Se basa, y mucho, en la Alta Edad Media europea y en la mitología y pretendidos códigos de conducta de aquellos tiempos, como: la existencia de los dragones; la irreversibilidad casi absoluta de los juramentos, por muy estúpidos que sean; el desprecio casi unánime a la bastardía y las obligadas violaciones y rapiña luego de una caballerosa toma de castillos.

Pero no solo de feudalismo bebe la historia de G.R.R. Martin. El buen hombre ha comprimido el planeta de tal manera que en la Canción de Hielo y Fuego conviven en un reducido espacio territorial mongoles y persas, ibéricos y vikingos, egipcios, judíos y post romanos. Claro que, a la hora de hablar de civilización, todos tienen claro que Poniente, el noble mundo anglosajón, es quien pone los puntos sobre las íes, Por si fuera poco, el enemigo a la sombra, el enemigo a vencer, the ultimate enemigo, de cuando haya terminado de quedarse sin personajes principales, son los zombies de su tocayo Romero.