sábado, 26 de diciembre de 2015

El Despertar de la Fuerza O la Maquina de Hacer Dinero llamada Disney



A pesar de que las precuelas de Star Wars fueron decepcionantes a todo nivel, no había manera de que el nuevo capítulo no fuera a convertirse en un rompe taquillas a nivel mundial. Las razones son varias, así que solo hablaremos de las más importantes:

1° Star Wars, las tres originales, son una historia de aventuras sin mayores pretensiones. El guión es una excusa para la acción. Los personajes son buenos o malos, sin medias tintas y el malo más malo se redime al final porque en el fondo tenía su corazoncito y, siempre ganan los buenos. O sea, un argumento plano, emocionante y que puede ser comprendido por la santísima trinidad de intelectuales conformada por Acuña, Toledo y Humala. 
En el caso de las precuelas, se trató de construir una historia sobre intrigas políticas, conflictos emocionales y paradojas éticas. Pero se trató de hacerlo de una manera primaria, como para que lo entiendan Toledo, Humala y Acuña. Y eso es imposible. Cuando tratas esos temas de manera burda, se hacen mucho más pesados y eso es lo que pasó con la infumable historia de Anakin.
En cambio, siguiendo la premisa de "Equipo que gana no se cambia", Disney, en uno de esos arranques de cine de autor que caracterizan a la empresa, optó por calcar la historia original: Información crucial contenida en un robot inicia la historia, el personaje en un planeta olvidado que cobra inusual importancia, la Estrella de la Muerte reventando planetas. Los buenos reventando la estrella y claro, las espadas láser. Por si contar lo mismo no fuera suficiente, se le disfraza de homenaje al colocar a los personajes antiguos dentro de la historia.
 
2° Justamente, los personajes son el segundo punto fuerte de la historia. En las precuelas nunca nadie se sintió identificado con los personajes. La historia de amor era sosa y demasiado importante (Las peliculas de acción solo tienen romance como descanso a las balas y eso es algo que Lucas entendió en las primeras entregas pero no en las siguientes) como para identificarse con Amidala o Anakin. Obi Wan nunca se desarrolló del todo y el malo más malo de todos, Palpatine, palidece ante un Alan García cualquiera.
En el Despertar, todos aman a Rey: Una mezcla de Luke con Han Solo y encima mujer. Finn es mejor que C3PO y millones de veces mejor que el abominable Jar Jar Binks, en el papel de bufón. BB8 es un digno sucesor de R2D2. El piloto del que nadie recuerda el nombre se avizora como interés emocional de Rey y Chewbacca tiene el carisma de un Minion así que siempre es una apuesta segura. Encima poner a Luke en el lugar del viejo Kenobi, le da muchos puntos extras. Quizás el punto más bajo sea Leia, a quien la pobreza en la vida real le ha quitado todo rastro de princesa. Ha envejecido muy mal y no se muestra como la aguerrida generala que supuestamente es, sino como una venerable anciana que, definitivamente, conoció mejores épocas.

3° La nostalgia es lo fundamental en el Despertar. Disney sabe que las precuelas fracasaron sobre todo porque los que vieron las películas originales aún no eran tan viejos como para tener hijos que llevar a las salas y a quienes embeber de la culturilla popular que marcó su niñez (Como Mazinger Z o los Thundercats) haciendoles ver que todo tiempo pasado fue mejor. Para ellos es el regalo del regreso de Han Solo y Luke, a quién se aplaude como si fuera Lennon redivivo en su fugaz aparición en pantalla. Las generaciones envejecen y edulcoran toda su mugre preadolescente. Esa es una verdad innegable (Si hasta llegamos a pensar que las golpizas paternales eran buenas, quizás para justificar que tampoco pudimos llegar a ser buenos padres). Todo está editado en el Despertar para agradar por igual a los nostálgicos y emocionar a las nuevas generaciones, no por nada Disney es una máquina de hacer dinero. Incluso la muerte de un elemento innecesario (ante la existencia de Rey), como Han Solo (cuya presencia solo era justificada unos minutos) llega a parecer importante en la historia, cuando se trataba simplemente de desaparecer al único personaje políticamente incorrecto del Universo Starwariano (Un contrabandista bueno es casi como decir que el contrabando es bueno. Lo que es casi como decir que la descarga ilegal de contenidos en la red no es un pecado mortal y que todos los que lo hacen no merecen el infierno).

En suma, Disney ha jugado magistralmente sus cartas. Nos da una película entretenida, plana y con incoherencias estructurales que no se sostendrían desde el mismo momento en que alguien se la tomara en serio. Que no es el caso. Como sus películas de princesas, solo apelan a nuestro embrutecido niño interior para llenar sus arcas y en eso, son los mejores.

Quizás el único punto débil sea Kylo Ren. El grouppie póstumo de Darth Vader es un blandengue conflictivo, típíco millenial llorón, que no le llega a los talones al abuelo, y encima hasta muestra su rostro y no está desfigurado. Sin embargo, Disney tiene un par de años para conseguir un villano a la altura y mandar al pobre Ben Solo al panteón de los despreciados, donde lo espera Jar Jar con los brazos abiertos.

martes, 16 de junio de 2015

Interstellar: Cuando el desarraigo tiene forma de agujero negro

Christopher Nolan es el mejor director comercial que existe en la actualidad. Quizás no es el más taquillero ni el más talentoso; pero, es el único que tiene, en este momento, la capacidad de mantener pegados a sus asientos durante tres horas a un niño de 10 años con un leve trastorno de hiperactividad con déficit de atención y a un tipo que lleva 150 años de atemporalidad en su mente; y, hacer que ambos derramen una lágrima o se estremezcan por igual ante la desgarradora intensidad de algunas de sus escenas. Ya pasaba en Memento, en The Dark Night y en Inception. Sin embargo, en estos tres casos, conmover y entretener era más sencillo pues sus argumentos son mucho más originales que el de su última película: Interstellar.

En este caso, a pesar de tratarse de Nolan; mi expectativa sobre el filme apenas consistía en que no fuera un bodrio pedante y aburrido como "2001" o un festival de efectos especiales sin ningún contenido, como Gravity y que la pareja que del interminable ¿Y qué quiere decir eso amor? no se sentara delante; pero terminó gustándome tanto que no dudaría en tatuarme en el antebrazo izquierdo el póster promocional de la película de encontrar un precio justo, claro. Si acaso tuviera que criticar algo, sería tan solo que la última parte de la cinta es una increíble y espantosa porquería que firmaría como propia el mismísimo Michael Bay, que el final es terriblemente predecible y algunas partes del guión causan una vergüenza ajena casi comparable a la que logra "Cementerio General" en todo su metraje. 

Pero estas son cosillas menores, a las que ya nos tiene acostumbrados Nolan; pues, como lo dije anteriormente,  es el mejor director COMERCIAL, lo que significa que por mucha introspección, pensamiento político subliminal y cierto escepticismo ante los principios occidentales tradicionales; al final nos tiene que brindar una moraleja comprensible para todo público, de preferencia apelando a tontorrones valores estadounidenses, pues siempre hay que pensar en el financiamiento de la próxima película.


Volviendo a Interstellar, aunque se disfrace de ciencia ficción, en realidad es una película que trata sobre la mortalidad, el paso del tiempo y, sobre todo, el abandono parental en familias disfuncionales. El personaje principal, es el equivalente en astronauta del padre que va a comprar cigarrillos a la esquina y 45 años después todavía no ha vuelto. Claro que en su caso, está más que justificado puesto que la tienda de la esquina quedaba a un buen puñado de años luz de su casa. Allí, justamente, se encuentra el dilema moral, o mejor dicho, el conflicto emocional: ¿Vale la pena abandonar a tus hijos, renunciar a verlos crecer, a apoyarlos en el proceso de maduración, dejarlos sin padre y con la herida marcada de ese abandono, por una causa, aparentemente, superior, como la salvación del mundo o alcanzar el sueño del planeta propio? ¿Vale la pena sacrificar a la humanidad por tus hijos? ¿Vale la pena sacrificar a tus hijos por la humanidad? ¿Qué actitud es más egoísta? ¿Existe la posibilidad de que no termines siendo egoísta sin importar tu decisión?

En el caso del protagonista, la decisión es la salvación del mundo y las consecuencias terriblemente trágicas de su elección se plasman en dos escenas: La despedida sin siquiera un abrazo de la hija a la que no verá más  y que no entiende porqué tiene que dejarla (Claro que es un poco complicado decirle a una niña que si no se va, el lugar donde está parada y ella misma no serán más que polvo en pocos años); pero sobre todo, la escena en qué regresa del planeta cercano al agujero negro (donde cada hora de estadía representa siete años en la Tierra, debido a las distorsiones temporales) y  mira los vídeos que le llegaron y, de golpe, se da cuenta de lo que hasta ese momento no había racionalizado: Su pérdida es para siempre. Sus hijos han pasado toda su vida sin él y ya no hay vuelta atrás. La imagen de McConaughey entre risas y lágrimas muestran su dolor de una manera tan demoledora, que, en ese momento, todos sabemos que la decisión que tomó fue la incorrecta. El resto de la película ya no importa nada.  






lunes, 9 de marzo de 2015

Don Jon: El placer culposo de amarse a si mismo

Joseph Gordon Levitt ya se había consagrado como nuestro perdedor favorito en "500 Días de Verano", donde compartía roles con una de las musas del Periódico de a China: Zoey Deschannel; así que, la oportunidad de volverlo a ver en una película que además incluye porno y a Scarlett Johansson (Las otras dos musas de Períodico de a China) no podía desaprovecharse; por eso, casi inmediatamente (apenas a dos años de su estreno), decidimos hacer un análisis de la evolución sociológica de las relaciones de pareja a lo largo de la historia de la humanidad, en base a las actitudes ¡Cómo no! de un personaje de nuestro entrañable Joseph, en este caso: Don Jon.

El personaje en cuestión, se encuentra en las antípodas del Tom Hansen de 500 días: Es un éxito absoluto con las mujeres (De hecho, cada salida suya implica sexo con una mujer con un puntaje de 8 sobre 10 como mínimo. Lo que en el mundo real vendría a ser un 250 sobre 10); tiene un físico envidiable (el esteroico cuerpo con el que sueña todo red neck y sus diferentes variantes culturales); ni asomo de culturetismo indie (de hecho su simpleza es hasta caricaturesca; por ejemplo, su obsesión por confesarse y conseguir una penitencia menor) y un trabajo de bartender (Bueno, en eso si es tan fracasado como Tom Hansen, aunque al menos no llega a ser guionista de tarjetas de pésame).

Sin embargo, allí donde Tom Hansen buscaba el amor puro, eterno e inocente de "chick flick", que tanto suele gustar al adolescente poco agraciado y sensiblón; Jon Martello huye del compromiso con el pánico que le causaría a una niña anoréxica, un Mega de KFC. Jon es un hombre, que en apariencia, ha nacido para disfrutar de la carne, para no razonar, para ser un dios nocturno y modelo a seguir para su grupúsculo de amigos.

Claro que sus innumerables éxitos sexuales no quitan que sea un perdedor, un insignificante y reemplazable elemento de una sociedad para la que sus logros físicos son escoria, como lo es él mismo; lo que genera un círculo vicioso pues, para evitar la punzada permanente de la insignificancia, redobla sus esfuerzos en los campos en que puede sentir que es alguien: La discoteca y el gimnasio. Vamos, que hace lo mismo que probablemente hagas tú con tu vida, sufrido lector del periódico de a china, rompiéndote el lomo en un trabajo repetitivo y cuya mayor satisfacción sea el descanso médico que te regale un par de días libres, y que, para seguir con el auto engaño de la vida plena, te levantas antes de ir la oficina para reventarte el cuerpo en el gimnasio y reventarlo de alcohol en la discoteca de moda, con la esperanza de tener tu aventurilla de fin de semana.

Lógicamente, el tedio se apodera de Jon (Como de ti, claro) y el camino elegido es igual de insatisfactorio: El sexo casual puede ser una maravilla para tu sistema circulatorio y para ser la envidia de tus amigos, pero sin esa confianza que te da el conocer el cuerpo de alguien, la insatisfacción solo se incrementa luego del orgasmo.

Por eso, Jon practica una terapia alterna, casi secreta, pues la verdadera felicidad no suele ser tan glamorosa como el remedo de aquella, y se limpia de frustraciones por el camino de la masturbación. Claro que masturbarse en la actualidad no es lo mismo que hace 20 años. En el siglo XX era una combinación de ingenio, malarabismos tanto mentales como físicos y un par de musas (profesora, vecina, novia del hermano, etc) que intercalabas en aras de la diversidad; mientras, en el presente, dependes, casi exclusivamente, de tu banda ancha.

Jon, hace del sexo solitario un ritual que lo hace sentir más pleno que el compartido; al cabo, hablábamos del placer que te brinda la confianza y ¿en quien puedes confiar más que en ti mismo? Claro, me dirán que si el problema es tan sencillo, lo que el bueno de Juan necesitaba era una novia devota y futura esposa, como le aconsejaba su madre. Y la verdad, es que aunque Jon se negara a aceptarlo (porque la monogamia le confirmaría su condición de perdedor absoluto y simple repetición de su padre), bastaba la llegada de una mujer por encima de la media (en términos cinematográficos, claro, pues en la vida real, Scarlett Johansson es una quimera) para aceptar dichosamente su rendición absoluta al redil de los conformados.

Desde que ella se niega a acostarse con él en la primera cita, la relación evoluciona (o degenera) desde el capricho de posesión a la dócil aceptación de su voluntad. Superación, éxito, contención sexual, visitas familiares extendidas, todo aquello que Jon se negaba a aceptar como importante, va acaparando su vida y, obviamente, la insatisfacción va empujando desde sus entrañas hasta hacerse incontenible y llega el momento en que tiene que desfogarse por el único mecanismo que conoce (otros optarán por el alcoholismo o las drogas, como los paliativos sociales más populares), lo que no es aceptado por la dulce arpía de Scarlett, inmersa en su egoísta adecuación del mundo a sus propias expectativas (en la que SU hombre, es solo un elemento que forzosamente debe encajar en el conjunto).

Para ella, Jon debería estar dichoso de idolatrar su belleza como única recompensa a su esclavitud voluntaria. Pero él, si bien es corto de luces, siente que algo falla en el proceso de idealización de su vida, esbozando un pensamiento tipo: "Si tu vida se acerca a lo que espera tu madre de ella, es que la estás cagando monumentalmente", por lo que reincide en el vicio solitario. 

Naturalmente, Scarlett lo deja, para buscar un yuppie del nuevo siglo, más acorde a sus talentos de modeladora de vidas y nuestro héroe (que para acá ya a regresado a ser el perdedor absoluto que extrañabamos) manda a la mierda el ejercicio estresador de copular con pura estrella taquillera y los trabajos forzados en el gimnasio y se libera, por medio del sexo (como no podía ser de otra manera), de los traumas que su encantadora familia (familia=sociedad) le hacía arrastrar desde pequeño.

Claro que, como no se puede sabotear tantos mitos (así sea en plan comedia tontorrona, para pasar desapercibidos), la película hace una concesión a lo Christopher Nolan y hace que Jon abandone su autoerotismo), lo que tergiversa el demoledor mensaje que se nos estuvo dando.