domingo, 16 de julio de 2017

Juego de Tronos para Dummies: Los Lannister

Porque nunca es suficiente de Game of Thrones, haremos un sesudo análisis de quien es, realmente, quién en Westeros mediante un complejo análisis psicosocioantropológico de los personajes que solo nosotros, en nuestro infinita superficialidad pedante, somos capaces de lograr.
Pero antes de sumergirte en la vorágine de nuestras palabras, debemos informarte que si no has visto la serie o leído los libros, este post tendrá tanto interés para ti como las peleas arregladas del Floyd Mayweather; así que, te aconsejamos actividades menos apasionantes como el scuba diving o el armado de cubos Rubik en un río infestado de pirañas.

Hoy hablaremos de los que, probablemente, sean los personajes más humanos de la serie (Entendiendo humanidad como el conjunto de vicios, apetitos, soledades y ocasionales virtudes que nos definen como personas): Los hermanitos Lannister.


Cersei

Empecemos por la más importante de la familia para el desarrollo de la historia. La madre de Tommen es, con diferencia, el personaje más odiado de la saga, ahora que su dulce padre y su tierno hijo mayor están muertos. 
Sin embargo, a diferencia de aquellos, Cersei es mucho más que sus crímenes y sus sociopatías de socialité privilegiada. 
Aunque para casi todo el mundo, represente el mal absoluto, el egoísmo y el afán de poder; es, en realidad, un personaje de muchos matices.
Si bien es una persona desalmada y ambiciosa, dispuesta a pasar sobre cualquiera para conseguir sus objetivos, cargada de una libido incontenible y rencores profundos (Caracteristicas que en una sociedad falocéntrica como la nuestra, la de Westeros y casi cualquiera en cualquier mundo real o ficticio, son, más bien, virtudes masculinas para alcanzar el éxito en los negocios -miren a Trump, que hasta Presidente es- se convierten, si la poseedora es de sexo femenino, en insoportables defectos que dejan a una arpía en la categoría de una encantadora Mary Poppins) Es por eso que todos aman odiar a Cersei; por que nos recuerda todo aquello que la sociedad detesta en una mujer. El ejemplo más claro de ello, es la condena unánime de lectores y visualizadores por el asesinato indirecto de Robert, quien, por su lado, a pesar de ser un ejemplo de esposo maltratador, violento y despectivo ¡Casi un macho peruano de antaño! curiosamente, no le cae mal a nadie y hasta es visto como una víctima de la bruja rubia
.
Por eso, si olvidamos por un momento ese impulso a lapidar a nuestra blonda María Magdalena, descubriremos una verdad que salta a la vista si nos limpiamos las legañas del prejuicio. Cersei es el epítome del amor femenino. Y el amor, como lo entiende una mujer, no se centra en una sola persona; pues, si bien nace en un hombre (y no en el que piensan, sino en su padre), luego se reafirma con su pareja sexual (Que da la casualidad que es su hermano) y se extiende a su prole. Su amor, aunque se diversifique, no pierde intensidad por ello; es más, se fortalece con cada miembro nuevo. 
Sin embargo, su amor tiene diferentes matices. Es sumiso con su progenitor (finalmente, es imposible desligar el poder masculino que representa éste en la sociedad y en su educación), es incondicional con sus hijos (diganme que no hace falta coraje para sentir cariño por el pérfido Joffrey) y exigente al punto de pretender colmar todas sus expectativas en el caso de su pareja (Desde las sexuales a las económicas. Cersei, como mujer que es, pretende de su hombre que sea, apenas, un semental bellísimo, de noble corazón, con un Ferrari para cada día de la semana y que solo tenga ojos para ella); por lo que, el único que logra cumplir estos requisitos es aquel que, aparentemente, es su versión masculina: Su hermano Jaime. Claro que cuando éste pierde la mano y deja de ser su implacable protector, el amor va pasando (como suele suceder siempre) del romance abrasador al helado desprecio, tomando incluso de amante a su primo. Esto es claro en los libros, no tanto en la serie, donde, lamentablemente, ambos personajes son mucho más planos.
Ese amor tremendamente territorial y hasta excesivo de Cersei, hace que considere como su enemigo a cualquiera que amenace, así sea remotamente a su familia (No considera a Tyrion como su familia porque la belleza es esencial en su concepto de consanguinidad; además de sentir como una amenaza su inteligencia, al saberlo inmune a su encanto). 
Entonces, es entendible que busque la muerte de Ned Stark luego de que éste descubra el origen genético de sus vástagos y la amenace con hacerlo público; o, su odio visceral a Margaery, a quien sabe una manipuladora muy peligrosa para su hijo Tommen (A diferencia suya, que lo manipularía para su propio bien). 
Respecto al verdadero padre de sus hijos. ¿Realmente podemos culparla de engañar a un hombre con quien la obligaron a casarse y que la desprecia abiertamente, a pesar de su belleza, que jamás le ha demostrado ni un gesto de cortesía, culpándola de un matrimonio que el tampoco quería, como si ella hubiera tenido alguno que ver al respecto? ¿POdemos culparla de tener hijos con la persona a quien verdaderamente ama y que encima es tan rubio como ella y el único que pudo asegurar la rubiedad de su progenie?

Cersei es la mayor víctima del juego de tronos, la que más sola se ha quedado por intentar proteger a los suyos y, como lo dijimos, la más odiada por el terrible pecado de que todos sus enemigos sean el tipo de estereotipos que nos suelen caer muy bien.

Jaime

Es curioso que sean los hermanos Lannister, con la joyita de padre que G.R.R. Martin tuvo a bien ponerles, los que más importancia le den al concepto de amor (No como los Stark, por ejemplo, para quienes el honor ocupa un lugar mucho más alto en sus acciones). En el caso de Jaime, tenemos al único personaje en esa historia para quien lo único importante, lo único por lo que vale la pena vivir o morir es su amor, un amor tan absoluto que se forjó en el útero materno. 

A primera vista, Jaime es un miserable pedante para quien la vida de cualquiera no vale un céntimo. Pero con el tiempo llegamos a conocerlo y descubrimos que si esto era así, es porque la rotundidad de su amor por su hermana era tal, que el mundo en general no era más que un escenario prescindible para su romance; y, a medida que este va desvaneciendose, aparece un Jaime que sin su gemela, es como si naciera de nuevo y viera, de pronto, el mundo con ojos propios y descubriera, aterrado, lo poco que le gusta (Repito, esto pasa en los libros y muy tangencialmente en la serie).

Jaime es el hombre que toda madre quisiera que embarazara por accidente a su hija y él lo sabe. Pero a diferencia de lo que el mundo (mayoritariamente feo) trata de hacernos creer, las personas bellas y que no han pasado penurias económicas, suelen ser más confiables y de "nobles sentimientos"  que los demás; si bien nunca suele ser algo evidente porque siempre parecen un poco fuera de la realidad, lo que se suele confundir con arrogancia o sencillo desprecio a la plebe. 

La razón de eso es muy sencilla: 

- Quien es hermoso (especialmente, en el caso de las mujeres) pero pobre, termina convirtiendo a esa belleza en un arma de supervivencia, se vuelve manipulador, aprovechado, selectivo en sus preferencias y amistades, hipócrita y vano, entre otras linduras que terminan ensuciando la imagen de la estética en general. 

- Por otro lado, quien es feo y pobre, suele considerar la vida una lucha perpetua. Se vuelve incapaz de generosidad porque todo tiene que ganarselo (Hasta el derecho a procrear) y aunque termine siendo exitoso, siempre sentirá que lo suyo es un castillo de arena, que puede caerse en cualquier momento. Además, el esfuerzo en conseguir ese éxito, le impide el crecimiento moral o intelectual (Un lujo innecesario en la guerra de su vida) que es natural en los primero especímenes. No es de extrañar que los más grandes tiranos de la historia hayan sido, justamente, los de este tipo. En Canción de Hielo y Fuego, un digno representante es Meñique.

- Por su parte, los feos con dinero, compensarán su falta de atractivo con la abundancia de bienes materiales y, si su inteligencia es limitada, terminarán en un baño permanente de todo el hedonismo que el dinero pueda comprar. Ten por seguro que tu vida no importará absolutamente nada, si te interpones entre ellos y sus pasiones. 

En cambio, para las personas como Jaime (No como Cersei, porque si bien tiene dinero y belleza, su condición de mujer le hace las cosas mucho más duras), la vida siempre ha sido más sencilla: La gente siempre tiende a hacer cosas por ellos, el sexo opuesto ( o cualquiera que se sienta atraído por él o ella) siempre le ríe las gracias; sus excesos son travesurillas; y, su amistad siempre es un activo apreciado por otros. En esas condiciones, es natural que esta persona no genere mucha competitividad ni considere que la vida es una constante consecución de metas y, más bien, se dedique a disfrutar de su tiempo, sin preocuparse de los demás (ni para bien, pero -a diferencia de todos los otros- tampoco para mal). 

En su caso, el amor no es parte de un proceso, ni una etapa, ni otro logro a cumplir, ni "un camino accidentado que se logra sortear con mucho esfuerzo". El amor de Jaime no busca más allá del disfrute de si mismo. 

Pudiendo ser uno de los hombres más poderosos de Westeros, el mayor de los Lannister se enrola en la Guardia Blanca para estar cerca de su hermana, renunciando a un porvenir de gloria, porque no la necesita, porque tiene algo que, probablemente tú, buen lector, jamás comprenderás, algo que podemos definir como "el amor de los bellos", que es ahistórico (no piensa en el futuro pues lo completa en el ahora), amoral (por eso lanza a Bran de la ventana y no se tortura al pensar que la mujer que ama es su hermana), completo (no incluye a nadie más, ni siquiera a sus hijos o a su hermano, ya que lo que siente por ellos es infinitamente menor a lo que siente por Cersei) y casi desinteresado porque no espera de ella nada más que una simple cosa: La retribución de un amor tan absoluto como el suyo, nada más. 

Lamentablemente, con el tiempo se da cuenta que eso no es así. Al perder la mano pierde su aura de perfección y descubre como viven el resto de los mortales: Las burlas, la impotencia ante el mundo que te abruma, la falta de rumbo, la porquería con que tiene que lidiar casi todo el mundo en una fantasía medieval o en la realidad, en que o tomas las cosas o te las quitan y, sobre todo, que su imperfección es una monstruosidad intolerable ante los ojos de su amada y, al dejar de cumplir con todas sus expectativas ve como su fantasía de correspondencia se evapora y descubre que buena parte del cariño de Cersei se basaba en el interés (Las razones de ese interés ya las hemos explicado, pero al pobre Jaime nadie se las dijo); por lo que, en los libros, no en la serie, decide cortar con esa relación y, de paso, despertar su conciencia social, que alguien tiene que hacer algo por esos desharrapados de estética modesta, por decirlo de una manera fina.


Tyrion

Salvo a la mayoría de personajes de Canción de Hielo y Fuego, ¿A quién no le cae bien Tyrion Lannister? Este personaje, que podría encajar, fácilmente, en la categoría de monstruo millonario y pervertido a la que ya nos hemos referido (y de hecho, es como su mundo lo ve) tiene algo que lo saca de ese nivel: Una feroz inteligencia. 
Gracias a ella tiene una comprensión muy clara del cosmos y de la podrida condición humana. Pero, a diferencia de su hermano, a quien el universo le importa un pito (al menos en los primeros libros) o su hermana, que quiere reconstruir el mundo para hacerlo el nido de sus retoños; Tyrion quiere hacer un mundo mejor para todos, pero no por una cuestión desinteresada (Ya sabemos, solo puede se desinteresado aquel a quien nada le falta y a Tyrion le falta, entre otras cosas porte y nariz); sino, por una desesperada necesidad de ser amado. Así como sus hermanos, el menor de los Lannister tiene como centro de su vida ese sentimiento. Tyrion quiere ser querido, ya que no puede ser admirado como Jaime; y quiere, además, algo que en su caso puede ser algo inalcanzable: Un amor simple pero desinteresado. El deforme rico normal, sabría que eso no es posible y hubiera aceptado su sino trabajando para una empresa minera y consiguiendo una esposa trofeo para que los demás lo envidien y comprándola permanentemente con regalos caros, sin renunciar a las prostitutas de alto vuelo (que ya saben que billetera mata galán). Pero no, Tyrion no quieres eso, quiere un "te quiero" sincero, una felación que nazca de la voluntad de su amada y no de un tip de 25% sobre la tarifa establecida. Por supuesto, el pobre hombre se va de bruces en todas sus expectativas. El mundo esta poblado por feos, pero a nadie le gusta que uno más feo esté por encima de ellos y así es como ven a Tyrion. Si Jaime hubiera salvado a Desembarco del Rey, ahora estaría al nivel de un Dios, en cambio su hermano solo ganó un intento de asesinato, una desfiguración, el desprecio paterno, un juicio y una fuga al exilio. Es lo que somos, nos gusta vernos reflejados en lo que no somos y por eso todos queremos pretender que somos especiales, que somos exitosos, hermosos, talentosos y por eso nos gastamos fortunas en tener los zapatos que nuestra estrella de cine haya recomendado para sentir en ese momento que somos como ella. Si alguien nos dice que tenemos que ser solidarios, reducir nuestros hábitos de consumo o trabajar en conjunto para que no nos asesinen y violen a nuestras mujeres  y que, encima, nos lo diga un fenómeno de circo, eso no lo permitimos. Así que Tyrion opta por dejarse de cursilerías, aceptar su condición de subhumano emocional, deja de pensar en el amor sentimental y concentra sus energías en ayudar a destruir al régimen que, cree él, es el culpable de esas injusticias. Naturalmente, cuando Daenerys triunfe, el pobre hombre descubrirá que el cambio de amo no modificará nada para el pueblo que pretende enamorar; que la heroína será la bella Danny y él seguirá en las sombras de los burdeles, embriagándose y soñando con ese amor que nunca le llegará. 



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